domingo, 15 de septiembre de 2013

Los brotes verdes me cuesta verlos

Llevo un tiempo sin escribir nada, un poco por la sobrecarga de trabajo, un poco porque la cadena de los últimos post han sido cada vez más pesimistas.

No es que las cosas hayan cambiado sustancialmente, nos cuentan que las cosas van mejorando, poco a poco dicen,... pero no termino de verlo. Cuando hablo con responsables políticos, con gestores públicos, con gestores privados, y con trabajadores de otros ámbitos, la verdad que lo que me llega no termina de convencerme cuando oigo lo de "se ve luz al final del túnel".

El programa del miércoles pasado de Julia Otero fue demoledor. Al día siguiente varias personas me dijeron que lo dejaron de ver ante la crudeza de la realidad tan cercana. A mí no me cogió por sorpresa. Todos los casos y recomendaciones, tristemente, los tenía en mi block de notas.
Este verano he leído el libro del economista Juan Carlos Díez, "Hay vida después de la crisis". Algunos dicen que es para fustigarme, yo es que quiero saber lo que ha pasado y qué cosas en este presente y futuro son las que nos conviene hacer. 
Una panorámica de sus reflexiones la pueden ver en esta entrevista, cuando sacó el libro hace casi medio año.


Muy bien, publicado en mayo 2013, hubo una reflexión que me llamó la atención y que repite al menos tres veces con respecto a tres crisis anteriores:
  • Nuevamente, la codicia de los inversores se impuso a su memoria, lo cual demostraba que la vida sigue después de un incumplimiento de los pagos.
  • Una vez más se cumple la máxima de que la codicia de los inversores es mayor que su memoria;
  • Y recuerda que siempre hay vida después de una crisis de deuda. Es pura condición humana: la ilusión monetaria y la codicia de los inversores.
Esencialmente, al mínimo atisbo de tranquilidad económica, u oportunidad de negocio, los inversores vuelven a hacer fluir el capital.

¿Por qué me paro en este apartado? La noticia de portada de El País hoy es esta:


que gana la portada de este análisis de hace tres días:

El primer párrafo resume la idea de lo que comenta el artículo:

y como ya pueden deducir, lo que se afirma en el libro pasa a ser realidad en este crisis de nuevo. Pero me surge una duda, ¿la entrada de capital es otra vez en el mismo sector que nos ha llevado a esta situación, el sector inmobiliario? Lo que uno espera es que los que han vendido estos activos inmobiliarios pongan sus beneficios en mejores sitios. 

La prima de riesgo está en los niveles más bajos de los últimos tiempos:

El libro explica muy bien lo que es esta señora que nos acompaña casi cada día desde hace un par de años: 

La prima de riesgo es la diferencia entre el tipo de interés que paga un bono español de deuda pública (habitualmente, bonos a diez años) y el que paga un bono emitido por el gobierno alemán. Dentro de la unión monetaria, al bono alemán se lo considera el activo de referencia.
La diferencia entre ambos bonos nos indica el grado de preocupación de los inversores. Su temor, fundado o no, se ve compensado por un tipo de interés mayor. En el caso español, el miedo de los inversores está vinculado a dos escenarios posibles, aunque improbables: la salida del euro y el regreso a la peseta, que provocaría pérdidas para el inversor cercanas al 50 %, y la posibilidad de reestructuración de la deuda pública, si ésta superase el 100 % del PIB.

Pero es que este último dato sobre la deuda pública no consigo creerme que mejora:


y miren cómo ha sido la evolución en los últimos tiempos

En realidad, la dinámica es muy sencilla: si las dudas sobre nuestra continuidad en el euro o sobre el riesgo de impago crecen (seguridad sobre la deuda), los inversores exigen una mayor rentabilidad que proteja su inversión y entonces la prima de riesgo sube; por el contrario, si los rumores se disipan, la presión se relaja y la prima de riesgo se reduce.

La teoría económica no es muy concluyente al respecto. Nos dice que el tipo de interés que se paga por la deuda debe ser inferior al crecimiento nominal del PIB, que incluye la inflación. Si el tipo de interés es superior al crecimiento, la deuda aumenta sin control. Se trata de una regla aritmética de tal simpleza, que resulta increíble que haya gente que se la crea, pero la realidad es que la mayoría de los sesudos informes que analizan si una deuda es sostenible y recomiendan o no la compra de bonos de un país, se basan en dicha regla.

Ya hemos visto la prima de riesgo, su relación con la deuda pública, y ahora aparece por dos lados el PIB. ¿Y cómo está el PIB?

El Producto Interior Bruto (PIB) es un indicador económico que refleja la producción total de bienes y servicios asociada a un país durante un determinado periodo de tiempo. Este indicador se emplea a nivel internacional para valorar la actividad económica o riqueza de cada país.

En líneas generales se suele seguir la siguiente regla para calcular el Producto Interior Bruto:
PIB = C + I + G + X - M 
Siendo C el consumo, I los ingresos asociados al país, G el gasto público y X y M las exportaciones e importaciones respectivamente.
La evolución de nuestro PIB desde antes de la crisis (2006) hasta ahora es el siguiente:

y como siempre, sabemos lo que significa cuando nos comparamos:

Bueno, resumiendo, lo que dije al principio sobre que nos dicen que la economía española va mejorando y que no lo veía tan claro, tal vez algunos datos de los que he presentado pueden darnos pistas de mejora, pero otros claves están aún en clara caída. No se cuándo tocaremos fondo.

En un próximo post contaré las propuestas del libro para salir adelante. A ver si se confirma alguna y me da más ánimo al contarlas.