domingo, 22 de enero de 2017

Una figura relevante: Wilhelm von Humboldt

Hoy, pare recuperar el ritmo después de mucho tiempo sin escribir, dedicamos nuestro comentario a un personaje histórico relevante que cuanto más leo más me entusiasmo con sus programas reformistas en educación.

Wilhelm von Humboldt



Wilhelm von Humboldt (1767 - 1835)  pertenece –junto con su hermano Alexander, dos años menor que él– a una generación que sobrevivió al derrumbamiento del Estado absoluto a raíz de la Revolución Francesa y que configuró la construcción de una nueva Europa. La educación de los dos hermanos se desarrolló inmersa por entero en el espíritu de Rousseau y del filantropismo; hicieron suyas durante su juventud las ideas de la Ilustración, vivieron luego los años del Sturm und Drang, se adhirieron al círculo poético de Weimar, y gozaron de la amistad de Schiller y de Goethe. 


Mientras Alexander recorría el mundo y, mediante sus investigaciones, encaminaba por nuevos derroteros las ciencias naturales, Wilhelm sentaba las bases para el desarrollo de las ciencias del pensamiento moderno.

En enero de 1789, Wilhelm von Humboldt entró a trabajar en la administración de Prusia como abogado del Tribunal de Cuentas de Berlín, puesto que abandonaría un año más tarde. La razón de
ese cese obedecía a una razón más profunda, el escepticismo de Humboldt con respecto al absolutismo y al ejercicio del poder del Estado. A partir de 1790, trabajó en su ensayo “Ideas sobre los límites de la acción del Estado”, que concluiría en 1792 y que no vería la luz íntegramente hasta mucho más tarde, años después de su muerte.

La parte relativa a la educación, sin embargo, fue publicada en diciembre de 1792 en la revista Berlinische Monatsschrift. Con este artículo, Humboldt
entraba a participar en el debate sobre la organización de la educación nacional, emprendida también en Alemania a raíz de la revolución francesa.

En esa obra, Humboldt marca los estrechos límites al Estado: proteger a los ciudadanos en el ámbito interior y defenderlos frente a los ataques del exterior. Humboldt preconizaba la mayor libertad posible para el ser humano, a una escala en la que “cada individuo, en la medida de sus necesidades y de sus inclinaciones, limitado únicamente por su capacidad”, pueda desarrollar
adecuadamente su propia individualidad.

Temía que la intervención del Estado en materia de educación “privilegiase siempre determinada modalidad”, lo cual sería especialmente
nefasto “en lo que se refiere al ser humano moral... Esta influencia deja de ser saludable por completo cuando el ser humano es sacrificado al ciudadano.”  En suma, “la educación debe limitarse a formar seres humanos, y no a determinados tipos de ciudadanos”.

Humboldt asigna al estado una responsabilidad inversa: éste debe, ante todo, brindar al ser humano “la educación más libre y menos vinculada posible a su condición de ciudadano”. El ser humano así formado se incorporaría entonces al Estado y pondría a prueba por sí mismo la constitución de éste”. El ser humano no es, según Humboldt, objeto del Estado, sino que debe convertirse en su sujeto y moldear por sí mismo las relaciones sociales.
Wilhelm von Humboldt militó en las filas de los reformadores que, tras la ocupación napoleónica, tuvieron en sus manos el destino de los estados prusianos. A Wilhelm von Humboldt le correspondía sentar las bases de unas nuevas directrices educativas en Prusia.

El 28 de febrero de 1809, Wilhelm von Humboldt aceptó la dirección del Departamento de Cultura y Enseñanza del Ministerio del Interior. Humboldt, preocupado por subrayar el significado del modelo educativo en el contexto de la reforma nacional, intentó desde un principio independizarse del Ministerio y propuso al ministro y al rey la creación de un Ministerio de Educación independiente. Pero la propuesta no se haría realidad hasta años más tarde, en 1817, bajo el mandato de Altenstein.
Aunque su permanencia en las altas esferas ministeriales duró solamente 16 meses, su labor durante ese periodo imprimió un impulso a la política educativa del país que ha perdurado incluso hasta nuestros días, y su concepción de una teoría educativa moderna experimenta en los últimos tiempos un auge creciente. Se entregó a sus nuevas funciones con verdadero ardor: visitaba las escuelas de la ciudad, a menudo por sorpresa, y en septiembre/octubre emprendió un largo periplo de visitas que le llevó hasta Gummbinen y Memel, y durante el cual precisó el plan de reforma que había ya instaurado en Königsberg. Como el proceso educativo comporta tres “etapas naturales”, Humboldt proponía tres tipos de escuela diferentes consagrados respectivamente a la enseñanza elemental, a la enseñanza secundaria y de enseñanza universitaria.

Estos son algunos de sus méritos más destacados, que tienen impacto y vigencia hasta nuestros días
  • Comenzó una frenética y sorprendente actividad reformando, con rapidez y profundidad los planes de estudio, la formación del profesorado y los exámenes de las escuelas primarias, secundarias (Gymnasien) y de las universidades. 
  • Crea el Bachillerato de Humanidades.
  • Como culminación de su reforma está la fundación de la Universidad Humboldt de Berlín, con la creación de unidades de investigación y enseñanza para la relación entre alumnos y profesores.
  • Los profesores universitarios deben ser doctores.
  • Los profesores de secundaria deben ser universitarios.
  • La formación universitaria debe fomentar la investigación científica.
  • Los profesores deben ser funcionarios y deben ser seleccionados por oposición y realizar formación continua.
  • Crea la prueba de acceso a la universidad. 
Leyendo esta lista de acciones, creo que podemos poner en dimensión su obra, su impacto hasta nuestros días y la relevancia que ha tenido en nuestros sistema educativo. Cabe la pregunta, ¿lo hemos hecho correctamente acorde con los principios de Humboldt? Creo que nos hemos quedado a medio camino en muchos aspectos.