sábado, 21 de mayo de 2016

Datos educativos terribles

Tiempo si escribir, dando clases en un curso apasionante descubriendo nuevos estudios (grado en ciencias ambientales y grado de maestro de primaria) donde poner el foco en dos temas referentes para la enseñanza superior: ¿qué enseñar? y ¿para qué enseñarlo?.

Sin objetivo docente, enseñar por enseñar unos contenidos, es como cocinar sin probar lo que se cocina. Por tanto debemos buscar los nichos que justifican el que enseñemos lo que contamos en las aulas, y nos convenzamos de que lo hacemos para formar a un futuro profesional. 

Este mes hemos conseguido muchas motivaciones para formar a un Maestro de Primaria, una pieza fundamental del puzzle de mejora de la sociedad y sus miembros.

Como es común en este blog, la referencia es la observación de nuestra realidad de todos los días y, para ello, los periódicos son nuestro panel de salida.


Esos números, extrapolados al contexto nacional, dan una idea de que la situación es peor en las Islas que en el resto del Estado. Según el Ministerio de Educación, en Canarias, el 50,6% de la población incluida en esta franja de edad "tiene estudios por debajo de la segunda etapa de Educación Secundaria (Bachillerato) frente al 43,4% de la media estatal". En cambio, "el porcentaje de personas con Bachillerato es mayor en el Archipiélago, un 22,4%, frente al 21,9% en el resto del país, pero vuelve a descender en la educación superior, con un 27% en Canarias y un 34,7% de media nacional".

Pero la película es más complicada:


Este puesto de cola se mantiene a pesar de que la tasa de abandono escolar –proporción de jóvenes entre 18 y 24 años que en España no continúan sus estudios más allá de la etapa obligatoria– sigue en descenso en el Archipiélago, después de que esa misma entidad revelara el pasado año que la cifra de abandono escolar en las Islas estaba en torno al 26%.  Canarias registraba hace cuatro años una tasa cercana al 30%, por lo que en este período ha reducido siete puntos porcentuales el índice. 

Muy bien, pues tenemos entonces un panorama aterrador para el futuro: la mitad de la población no tiene esa formación mínima que permite salir del pozo (algo más que la simple enseñanza obligatoria) y, al más mínimo resquicio de mejoría de la situación socio-económica, volvemos a la senda de las tasas de abandono escolar de antes de la crisis.

¿Qué hacemos? Aquí van unas ideas muy básicas:
  • Inversión en educación para todas franjas de la sociedad, de forma que cada persona pueda ascender un escalón en su formación en cada etapa.
  • Diseño de una verdadera estrategia de Aprendizaje a lo Largo de la Vida (LongLife Learning) para toda la sociedad.
  • Diseño de programas ajustados a las necesidades de los ciudadanos, pero con verdadero foco en su entorno y sus posibilidades reales de mejora laboral.
  • Orientación laboral en todos los segmentos educativos, sin educación para la mejora no se consigue una sociedad motivada para la superación de las dificultades. 
O nos ponemos manos a la obra ya o la próxima década estaremos analizando los mismos indicadores.